Los restos del edificio conocido como Ergástula romana que nos encontramos a la hora de abordar la intervención, consistía en una construcción longitudinal, con muros laterales de gran espesor que se cerraban en una bóveda de cañón, sobre la que se asentaba una modesta edificación residencial en estado ruinoso.

La intervención se desarrolla en dos aspectos distintos a la vez que complementarios: la restauración de la edificación romana, recuperando su imagen primigenia y la construcción de un nuevo edificio que coexistiera con el anterior y resolviera las necesidades planteadas. Se propuso un edificio estrecho y alargado, de dos plantas, construido sobre la construcción romana y que se vuelca hacia un nuevo patio ubicado al fondo de la edificación, que albergan los Servicios Arqueológicos Municipales y el Museo Romano.

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